Los Juegos Olímpicos son una fiesta mundial para recibir a deportistas de todo el mundo, que se han preparado por cuatro años para competir por una medalla para su país y, obviamente, premiar sus logros, pero no es una fiesta solo para los deportistas, ellos son las estrellas, pero también hay muchas personas involucradas, para que funcione.
Están los arbitros y jueces, de cada uno de estos eventos, de los cuales hace tres años pude ser partícipe y, al igual que los deportistas competimos, por un lugar para poder llegar a estas instancias, que es el sueño último a nuestras carreras. Para eso comenzamos, al menos en mi deporte, el taekwondo, preparándonos como árbitros nacionales y creciendo en clase con experiencia dentro del país.
Durante todo el año hay muchísimos eventos, así que hay espacio para practicar. 14 años me llevó a mí, al menos llegar a tener el grado de cinturón y la experiencia para poder cursar como árbitro internacional.
El curso lo realizaron, esa vez, en Bolivia, en Santa Cruz de la Sierra, siendo bastante duro, con cinco días de entrenamiento y evaluaciones, curso dictado y evaluado en inglés, que es la lengua madre para poder comunicarnos en el extrangero
Tres meses esperamos para saber que ya era árbitro internacional y, luego de eso, comenzar mi carrera internacional en América. Todo lo que podía, lo arbitraba, siendo llamada por primera vez por la Federacion Mundial, el 2017, a Rusia.
De ahí en adelante, arbitré diversas competencias y, el 2018, tuve la primera posibilidad en mi vida de llegar a los Juegos Olímpicos juveniles de Buenos Aires, Argentina. Casi tan lindo como lo que venía en camino. Ese mismo año, se hizo el campamento para seleccionar a los jueces, que irían a Tokio 2020.
Fue muy muy duro, peliar por ese cupo fue muy difícil, pero lo logré, entrando a los top 50, de los cuales solo irian 30 del mundo.
Recién ahí partió la verdadera carrera, codo a codo con colegas de muchísima experiencia, llegó la pandemia y todo se puso más difícil aún, arbitrar Clasificatorios de continentes, donde solo estábamos encerrados, salíamos a arbitrar y volvíamos a encerrarnos.
Cuando recibimos la noticia de ir a Tokio ya 2021, fue indescriptible la sensación de satisfacción, después de toda esa lucha, que nadie ve, pero que nosotros llevamos.
Fue genial llegar a Tokio, en medio aún de pandemia, sufriendo cada día sin saber si podías ir o no por qué podía salir un test positivo y dejarte encerrado en tu país, llegar a Tokio y tomarte todos los exámenes que te pedían y encerrarte en tu habitación a esperar día a día un nuevo test.
Fue muy desgastante, pero cuando entramos al estadio del evento, no se puede describir con palabras la emocion de estar ahí, quizás comparable a lo que siente un deportista, arbitrar una medalla de bronce y ver una bandera en alto a tu lado, un deportista en el suelo llorando es indescriptible, entiendo la emoción que a ellos les genera, porque a nosotros, sin recibir una medalla, nos llena de orgullo representar a nuestro país en tan importante certamen mundial.