En el clásico experimento de Rosenthal y Jacobson (1968), se les comunicó a las/os profesoras/es que algunos de las/os estudiantes tenían mayores capacidades intelectuales que otras/os, sin embargo, estos habían sido elegidos al azar. ¿Qué se comprobó? Que efectivamente a quienes se les dijo que poseían mayores capacidades intelectuales, terminaron con mejores resultados que los del grupo que no se les reforzó.
Desde pequeños, los rótulos o etiquetas nos intentan definir de una determinada manera. Las/os compañeras/os de escuela, amigos del barrio e incluso el entorno familiar en ocasiones tilda de “floja/o” a un pariente por no obtener buen rendimiento académico; “rebelde” por no seguir determinadas normas de conducta; “insegura/o” por mostrar cierta timidez; “nerviosa/o” por tener cierta inquietud, etc. Estas “etiquetas” por lo general, suelen resultar erradas.
A los deportistas se les suele juzgar por no tener habilidades para actividades como, por ejemplo, las académicas, asociando peyorativamente esa relación deportista-estudio. Sin embargo, hay acuerdos científicos que hoy desmitifican “verdades instaladas” por años y que no son correctas. Además de la conocida teoría de las inteligencias múltiples de Gardner (1983), hay autores que hablan de inteligencia deportiva, es decir, aquella capacidad de comprender lo que está sucediendo en el contexto deportivo: sus reglas, normas, la interpretación de situaciones y toma de decisiones en consecuencia, así como la adaptación a las capacidades de cada deportista. Gardner precisa además la inteligencia cinético-corporal o capacidad para resolver situaciones utilizando el cuerpo mediante un control voluntario del mismo. En esta inteligencia, los deportistas demuestran tenerla en grados elevados.
La inteligencia se expresa de muchas formas y todos tenemos habilidades más desarrolladas que otras, lo que nos hace especiales y únicos/as. Nos movemos por intereses tan diversos, que al joven que le gusta practicar deporte en la escuela querrá ir al patio a jugar antes de ir a la sala de clases. Posiblemente la dificultad no esté en el/la estudiante sino en el contexto y en las oportunidades que como sociedad le brindamos.
Psicólogo deportivo y ex futbolista profesional.