Algunos años atrás el conocido cantante Luis Dimas (Q.E.P.D.), fue invitado a un programa deportivo de Chile televisado. Al referirse a la pasión que le generaba ver jugar a su club, Palestino, del cual era hincha, argumentó: “…Ustedes estarán de acuerdo conmigo seguramente en lo que diré (refiriéndose a los otros panelistas del programa). El único lugar, en el cual está justificado insultar o botar tensiones, es en un estadio de fútbol”.
Con leves murmullos la idea pareció instalarse sin objeción del resto de los presentes. Como individuos pertenecientes a una sociedad, aportamos tantos mensajes contradictorios diariamente, que normalizamos conductas negativas que se deben desterrar.
¿Por qué justificamos la “picardía” o broma sin ofensa, con ese insulto violento hacia otro ser humano?
En ejemplos como estos, nos desvalorizamos o devaluamos frente a los niños, asumiendo malas prácticas que exhiben a su paso nulas habilidades socioemocionales de los adultos. Lanzar una broma a otro tiene gracia, hasta el momento en el que aquella persona no se siente parte del chiste, dejándose de sentir bien con aquello.
Parece tan simple, pero a su vez tan difícil de practicar. Si no somos asertivos, si trabajamos egoístamente y no como equipo, si no existe empatía con un árbitro deportivo o un deportista y lo insultamos frente a otros niños, si buscamos siempre ganar en un sistema que exalta la competencia y el triunfo a como dé lugar; aludiendo frases como: “No me gusta perder”, me pregunto entonces; ¿en qué medida estamos siendo un ejemplo para nuestras generaciones futuras?
O somos buenos ejemplos, modelos y guías, o nos desentendemos del rol que nos compete y evadimos toda responsabilidad que como adultos se nos exige. Así de sencillo. En tiempos donde la violencia se hace más visible, resulta imperiosa la necesidad de no solo ser críticos pasivos con el presente, sino también activos en el cambio que necesitamos.
No ambicionamos entrenadores provocadores, futbolistas simuladores, medios pasivos o públicos violentos, anhelamos acciones bondadosas, compasivas, respetuosas y nobles. Usted decida.
Claudio Arancibia Campos
Psicólogo deportivo y ex – futbolista profesional.