El pago que reciben los futbolistas amateur en Chile es un tema que genera opiniones encontradas.
Por un lado, algunos argumentan que estos jugadores deberían recibir una compensación por su esfuerzo y dedicación, especialmente, considerando el tiempo y recursos que invierten en entrenamientos y competiciones. Por otro lado, hay quienes sostienen que el fútbol amateur es, principalmente, una actividad recreativa, de pasión y, que pagar a los jugadores, podría distorsionar este aspecto y generar desigualdades.
Desde lo estrictamente normativo, el artículo 78 del Reglamento de ANFA, divide los jugadores profesionales y amateur y establece que “los futbolistas amateur son aquellos que practican el fútbol sin recibir remuneración por jugar”.
En ese sentido, llama, poderosamente, la atención que en los equipos pertenecientes a ANFA exista pago “por pases de jugadores” o “por firma” y que, además, se les pague un monto determinado por partido o por entrenamiento, entendiendo que esto iría en contra del espíritu amateur, que el propio reglamento establece.
Lo que se permite es el pago por alojamiento, transporte, alimentación para poder jugar partidos oficiales y aquello sí está permitido, sin embargo, muchos clubes disfrazan estos montos, en verdaderos pagos por partido.
En desmedro de ellos, se encuentran los clubes que no cuentan con dinero para poder pagar a sus jugadores partido a partido o por firma y que, por ende, compiten, evidentemente, con desventaja en relación a sus contendores, apelando más al espíritu deportivo, trabajo en equipo y sentido de pertenencia, ya que muchos de los mejores jugadores, evidentemente, eligen una entidad donde se les pague por su participación.
Es importante tener en cuenta, que el fútbol amateur no debería convertirse en un negocio lucrativo, ya que eso podría desvirtuar su verdadera esencia y alejarlo de su propósito inicial: promover la actividad física, el compañerismo y la diversión. Por lo tanto, cualquier sistema de pago debería ser transparente, moderado y estar orientado a cubrir necesidades básicas, en lugar de generar ganancias excesivas y cuyos montos sean muy difíciles de igualar, a riesgo de convertir la actividad en un deporte “pay to win”, o “pagar para ganar”, donde exista el monopolio de campeonatos, por ciertos equipos.
En lo personal, creo que junto con la profesionalización del fútbol amateur, de que hemos sido testigos estos últimos años, debe existir mayor transparencia y fiscalización en torno a este tópico y así evitar profundas desigualdades, que hagan, prácticamente, imposible competir en condiciones similares contra de instituciones que poseen la solvencia suficiente para pagar a los mejores jugadores de la región, versus quienes domingo a domingo juegan por el compromiso y el amor a la camiseta.