En los últimos años, hemos visto avances significativos en algunos deportes en nuestra región. El handbol, por ejemplo, ha dado pasos importantes en desarrollo y competitividad. El básquetbol femenino también ha mostrado una evolución destacable, logrando buenos resultados a nivel regional y nacional. Sin embargo, cuando hablamos del básquetbol masculino, aún falta un pequeño pero decisivo paso para que podamos consolidarnos como una potencia deportiva.
Talca y la Región del Maule tienen una tradición deportiva que merece ser reconocida y potenciada. Pero cuando nuestros equipos se enfrentan en los Juegos Binacionales, nos encontramos con rivales de muy alto nivel: Córdoba, Mendoza y ahora también San Luis, que ha crecido fuertemente. Y si a eso le sumamos nuestros propios competidores nacionales –Valparaíso, Santiago y en menor medida O’Higgins– entendemos que el camino para alcanzar un nivel competitivo real es exigente y requiere planificación, talento y, sobre todo, inversión.
Existe una política deportiva nacional (la conozco bien porque tuve la oportunidad de participar en el Consejo Nacional del Deporte y trabajamos en bajar esa política al nivel regional), que estuvo vigente hasta 2025 y fue un paso importante. La nueva, proyectada hasta 2030, representa una hoja de ruta ambiciosa y bien diseñada. Pero hay un problema que sigue siendo el gran obstáculo: el presupuesto.
Lamentablemente, cuando llega el momento de traducir las ideas en acciones concretas, los recursos no alcanzan. El déficit presupuestario es una barrera estructural que impide que el deporte crezca como debiera. Muchas veces, los fondos para el IND regional son recortados, y apenas se logra cubrir los programas básicos, dejando de lado iniciativas de desarrollo, infraestructura y apoyo técnico.
Y el deporte, para desarrollarse de forma integral, necesita una estructura completa. Hablamos de infraestructura deportiva adecuada, entrenadores capacitados, deportistas motivados y comprometidos, y un respaldo económico sostenido que permita consolidar todo lo anterior. Sin eso, los resultados no llegan, o llegan a cuentagotas, gracias al esfuerzo individual más que a un sistema robusto.
Talca y el Maule tienen talento. Lo vemos cada vez que una selección sub-17 o sub-19 juega con el corazón en la cancha. Lo vemos en los clubes, en las escuelas, en los torneos escolares. Pero ese talento necesita un entorno que lo potencie y no que lo frene por falta de recursos.
Si queremos que el básquetbol –y el deporte en general– siga avanzando, es urgente que se alineen la política pública, la planificación técnica y los recursos. De lo contrario, seguiremos hablando de lo que podríamos haber sido, en lugar de celebrar lo que logramos ser.