La falta de motivación deportiva, es un periodo por lo que todos los deportistas de elite pasan. El problema surge en cuando identificar que esta falta de motivación puede pasar de algo pasajero a una sensación permanente. Uno de los casos más conocidos fue el de la atleta gimnasta estadounidense Simone Biles, quien renunció a representar a su país, debido a una falta de motivación, poniendo en primer lugar su salud mental. Regresando en estos últimos Juegos Olímpicos siendo la mejor en su disciplina.
Esto ya que la falta de motivación puede ser pasajera, lo que quiere decir que me detengo por un periodo de tiempo que puede ser desde un momento a años, y luego retomo o permanente, en donde nunca el deportista logra llegar al nivel antes o que alguna vez quiso alcanzar.
Y esto sucede porque en nuestro cerebro, se ha podido evidenciar, que las redes neuronales asociadas a la perseverancia sufren dos tipos diferentes de “fatiga” o baja motivación, en donde la motivación por el esfuerzo para conseguir un objetivo o recompensa se encuentra disminuido. Pero surge la pregunta ¿Cómo internamente a nivel cerebral valoramos el esfuerzo de manera subjetiva cada uno de nosotros?
Con neuroimagen se ha podido identificar que distintas estructuras de la corteza frontal se activan ante los periodos de fatiga, respecto a la desmotivación que se puede recuperar. En cambio, la fatiga asociada a la desmotivación irreversible se aloja en el giro frontal medio y el área cingulada anterior, ambas fundamentales en las funciones ejecutivas, el control emocional y la motivación.
La motivación en el deportista está dada en gran parte por el trabajo realizado por su entrenador, basado en la confianza que el entrenador le entrega al deportista en base a sus cualidades, tanto físicas, cognitivas y emocionales.
En la actualidad existen técnicas de neurociencias que contribuyen de manera fundamental en la reversión y manejo de la falta de motivación en deportistas tanto de alto rendimiento como de proyección.