Una máxima de la psicología, en muchas de sus corrientes, dicta que los momentos difíciles, siempre son una oportunidad de aprendizaje, de hacer las cosas de manera distinta y no volver a cometer los mismos errores que nos llevaron al abismo.
Pero, al parecer, en el fútbol chileno, este no es el caso, porque quizás necesita terapia o, derechamente, cirugía.
Ad portas de una nueva fecha de las Clasificatorias y, con los distintos torneos de nuestro balompié en pleno desenlace, nos encontramos bajo un panorama desolador: la selección, en el sótano en este proceso; una Súpercopa con un partido que no finaliza hace meses; una Copa Chile que tiene un finalista nacional, mientras aún no finalizan las fases regionales; una Segunda División Profesional, que en la parte baja se definió por secretaría y que, en la zona alta, cuenta con un solo ascenso; una Primera B, que también se definió fuera de la cancha, en ambos polos de la tabla (casos de Barnechea, Wanderers, Curicó Unido); más una Primera División que por suerte se ha desarrollado de manera casi normal, hasta ahora, porque el escritorio amenaza con ser protagonista en la parte alta ante la situación de Colo Colo y la U. Un desastre que no se arregla ni con la mejor terapia.
Pero esta sucesión de hechos desastrosos no es una casualidad, no fue mala suerte, no fue un “justo este año pasó de todo”, al contrario. Arrastra una serie de pésimas gestiones por parte de la ANFP y los dueños de algunos clubes. Son años de malas decisiones y donde el fiel reflejo de todo aquello, tristemente para nosotros, es la Roja.
Por otro parte, aparece la intervención de representantes en los futbolistas desde muy jóvenes, antes incluso de que alcancen su desarrollo, provocando en la mayoría de los casos, una mala toma de determinaciones para sus carreras.
La compra de clubes por parte de grupos empresariales, donde jugadores y técnicos se mueven dentro de dos o tres instituciones y hacen su carrera. La intromisión de la política en el ente rector, con Pablo Milad a la cabeza. El consejo de presidentes, que toma todas las decisiones que afectan a nuestro futbol, cayendo en ideas horribles, tales como eliminar ciertas categorías del futbol formativo. Si, así como lo leen. Al parecer, a nuestro fútbol lo destruyen por todos lados.
¿Hay solución? Difícil, cuando se depende de un grupo que toma decisiones cortoplacistas, sin lineamientos a seguir, mas allá de la búsqueda del poder o de réditos económicos inmediatos. El famoso pan para hoy y hambre para mañana. Pero para ellos, a diferencia de los hinchas, no hay un mañana. Porque si el mañana se pone feo, lo venden, pero el hincha queda.
¿Estamos aprendiendo del mal momento? Poco y nada. Sin trabajo, no hay milagros.