Las mujeres no están ajenas al desarrollo del deporte en la comuna de Talca, haré recuerdos que conservo desde mi época de estudiante.
Existían pocos clubes que tuvieran la rama femenina de básquetbol, en antaño. Algunos de esos fueron Rangers, Deportivo Español, Ferroviario, Atlético Comercio por nombrar algunos elencos y, en su mayoría, lo componían las hijas de don Carlos Órdenes, con su propia cancha de cemento y tableros de madera, con unas graderías muy resistentes al clima y a la cantidad de espectadores.
Los niños revoloteaban y luego seguían los pasos de sus padres en el deporte, como los hijos de Soledad Órdenes y Patricio Morales, la familia Barraza que en el Gimnasio Municipal había que parar un partido porque más de alguno se caía de las graderías o atravesaban la cancha en pleno partido.
Disfrutábamos todas las travesuras de los chicos, sin pensar que con el pasar del tiempo serían ellos los protagonistas.
Recuerdo que en los años 60 había una cancha en el galpón de la arrocera Zaror, en la 1 sur 12 oriente. Con mis hermanos solíamos pichanguear y ahí llegaba Sergio Manzor, Carlos Zaror, los hermanos Cea, los hermanos Pavez y se jugaba con un balón de cuero. Días de nostalgia, por lo que significaba pedir permiso para salir a jugar con una implementación deportiva mínima. Pero fuimos felices.
Ya en abril comenzaban los campeonatos de Liceo, en el Gimnasio de la 5 oriente con 2 Norte, nos sentíamos héroes del deporte, teníamos barra de los liceos y se escuchaban los cánticos de los barristas. Muy nerviosos entrábamos a la cancha, sintiendo los latidos del corazón, por querer demostrar un buen espectáculo deportivo. Recuerdo que en la galería se formaban grupos de jugadores y observaban el juego,mientras que, las mujeres que comenzaban a mostrar su silueta espigada y otras más pequeñas, pero de gran habilidad, como las hermanas Núñez Zapata, como Elena que no se destacaba por la altura, pero sí por su habilidad con el balón y le decíamos la “motoneta”.
Otras, como las hermanas Aravena que por el número ero casi formaban un equipo, Gloria, Mónica, Verito, Ruth más la mayor Yolanda que no recuerdo si jugaba. Así se formaban verdaderas alianzas deportivas, no exentas de la adrenalina por ganar un partido… Eran verdaderos duelos.
También recordar a la jugadora Juana Sepúlveda de la Escuela Técnica, en esa época, ella de gran estatura y de mucha fuerza en el juego. Se me viene a la memoria, esta basquetbolista que llegó de Valparaíso a estudiar a la UCM, la carrera de Educación Física e Inés Marchant, hoy dedicada a las comunicaciones.
Por lo general, las mujeres que hacían deporte seguían una carrera relacionada. Existía una complicidad con los directores técnicos, que muchas veces se hacían responsables de las jugadoras y tenían que ir a pedir permiso a los padres para que sus discípulas integraran una selección y participaran en campeonatos nacionales. Conocí de cerca el caso de Juan Toledo, gran entrenador, muy motivador y querendón con sus jugadores. No puedo dejar de nombrar al “chico” Smith, que dirigió un equipo del Liceo de Niñas, en un Nacional en 1966, siendo campeonas de Chile, gran algarabía al recibirlas en la estación de FFCC y luego vitoreadas en los balcones del edificio de la Intendencia.
Ese equipo estaba compuesto por Mirza Manzo, María Elena Ahumada, Ivonne Latsague, Gloria y Ruth Aravena, Carmen Rojas, entre otras.
Ellas marcaron un momento, el que dio paso a nuestros hijos, los que ahora la vida ha juntado alrededor del balón. Así es como los Pavez, los Zerené los Bravo, los Morales , los Barraza nacieron del poder femenino