El último tiempo se ha instalado un debate entre los futboleros e hinchas, sobre qué es más importante en el fútbol formativo.
¿Ganar o formar?.Hay quienes se inclinan por una u otra alternativa, nosotros en esta columna al menos proponemos las dos, pensar en formar ganando.
En efecto, en el niño o adolescente, en etapas formativas, se encuentra iniciándose en su técnica, capacidad atlética, así como también en su madurez emocional y en la capacidad de afrontar desafíos.
En ese contexto, es clave que su formación, se de en un ambiente que sea propicio para ello. El perder constantemente, sin lugar a dudas trae frustraciones, que, con el paso del tiempo, pueden devenir en problemas graves de personalidad y de madurez emocional. Mientras que, el ganar constantemente, y a toda costa, puede transformar al niño o adolescente en un adicto al resultado, donde llegada la derrota, cale hondo en sus sentimientos y no pueda evitar la frustración.
Por otro lado, el solo concentrarse en formar, no teniendo en consideración el resultado, es igual de complejo, pues haría olvidar el resultado como logro de objetivo dentro de un grupo, que, a final de cuenta, es la motivación que el formado posee.
Es cierto, el niño quiere mejorar siempre y busca desafíos constantes, sin embargo, dicha mejora debe ir medida en resultados, que le permitan una comparación con sus pares y ahí el resultado obtenido, alcanzará una mayor connotación.
Para quien escribe, la formación en edades menores es vital para generar un adulto con técnica, capacidades físicas, emocionales y cognitivas óptimas.
La formación debe ir acompañada de logros deportivos, no exigir ni apegarse demasiado a él, pero nunca perderlo de vista ni desapegarse del mismo.
En ese mismo orden, el entrenador formador debe entregar las herramientas de mejoramiento continuo de técnica y capacidades físicas, dejando la táctica, quizás, para etapas posteriores, pues es en el aprendizaje espontáneo del juego, donde el futbolista alcanza el desarrollo de la técnica, que le acompañará toda su vida profesional.
Así entonces, el fútbol formativo debe entregar herramientas suficientes al niño para entender que el deporte rey es un juego que se mide en resultados y que, como tal, a veces se puede lograr y a veces no, debiendo existir una motivación constante para mejorar individual y colectivamente, solo así se forma un futbolista íntegro, que tenga la posibilidad de enfrentar los desafíos que el fútbol profesional traen consigo.