A veces las pasiones de momento en el fútbol nos generan olvidar los objetivos, que se plantean a inicios de temporada y se pasa rápidamente a redoblar los esfuerzos y el apoyo desde las tribunas se acrecienta y surgen las ideas de armar las caravanas, que, en este caso, significaron desplazarse a Cauquenes para el pasado lance contra Puerto Montt.
Por cierto, se valora y se agradece ese esfuerzo adicional de los hinchas, pero aquello no significa perder de vista un análisis más a fondo y realista de este nuevo paso de Rangers por la Primera B.
La paupérrima campaña, que terminó incluso con la salida del ex técnico Dalcio Giovagnoli, nos hizo cambiar de objetivo de la noche a la mañana.
Lo que, en un momento, era el objetivo de ascender directo o al menos ingresar a la liguilla, pasaron a ser única y exclusivamente, salvar la categoría y evitar el histórico descenso a la Segunda División.
Uno puede conceder el objetivo del ascenso directo, ello considerando la calidad de planteles que sí se armaron para competir y pelear los primeros lugares. Sin embargo, lo que para muchos era algo más que accesible, como acceder a la liguilla, tampoco se logró, ello pese a que se clasificaba hasta el octavo lugar, vale decir, la mitad de la tabla de posiciones.
Dicho lo anterior hay poco que celebrar… Ni siquiera lograr asegurar, definitivamente, la permanencia-algo que aún no se consigue-no borrará un nuevo y ruidoso fracaso de Rangers en su eterna búsqueda del ascenso.
Ya se está a punto de cumplir una década en la B- descendimos el 2014- y salvo en la temporada 2020, el inicio de la era Marcoleta, se llegó a instancias decisivas en la lucha por retornar a la Primera A.
El momento para encontrar culpables y responsables está a la vuelta de la esquina, pero las cosas se hicieron mal desde inicio de año: mala conformación del plantel, nula capacidad para pactar amistosos aceptables, urgencia y escaso mercado de reforzar en el receso de una rueda y otra.
En fin una serie de errores, hasta sobre azul para jugadores a mitad de año y un liderazgo más que gastado del propietario del Club, Felipe Muñoz.
A estas alturas, después de errores ya repetidos, cuesta esperar un real cambio. La serie B ya está mucho más competitiva que años anteriores y el que no invierte y tampoco invierte bien, está condenado a alejarse de los lugares de protagonismo.
Así de simple… tan simple como asumir que dejar a Rangers en la B es una obligación y, en ningún caso, cumplir un objetivo. El fracaso nadie lo puede desmentir.