Actualmente vivimos en una sociedad sedentaria, estando nuestro cuerpo preparado fisiológicamente para realizar actividad física a diario, lo que al día de hoy se considera muchas veces imposible poder llevar una rutina de ejercicios a menudo, debido a la demanda del tiempo que ocupa el trabajo, estudio y familia, o simplemente hábitos generacionales.
La actividad física de manera recurrente, se considera fundamental para mantener funciones básicas de nuestro organismo. Una de estas funciones corresponde a la protección de nuestro Sistema Nervioso. Un ejemplo es que para realizar el movimiento de nuestras manos, quienes practiquen un deporte que conlleve el uso de las manos tendrán una mayor destreza y variabilidad motora, ya que hay un entrenamiento de manera recurrente que modula redes neuronales asociados a corteza motora y sensitiva.
Al realizar ejercicio físico, se requiere de una activación cerebral generalizada, por ejemplo ante cualquier movimiento que sería atrapar un balón, se usa la corteza visual para identificar el objeto, juzgar su tamaño, calculando la dirección y velocidad. La corteza motora desarrolla un programa motor para lograr tomar el balón. Al ser una información aferente para la conducta planificada, el núcleo amígdalino (emoción y conducta social), se encarga de activar el Sistema Nervioso Autónomo, activando mecanismos homeostáticos, como frecuencia cardiaca y respiratoria, para así lograr con éxito la performance motora. La amígdala también activa el hipotálamo activando el eje HPA (SISTEMA DE RECOMPENSA).
Las áreas multimodales de asociación establecen conexiones con centros motores de orden superior que generan el programa motor, como por ejemplo, en este caso que el sujeto deje el balón en el suelo. Este programa se transfiere después a la corteza motora primaria para su ejecución. Esta envía señales a la medula espinal con el objetivo de activar o inhibir grupos musculares en sincronía, regulando la postura y el cuerpo como un todo. Los ganglios basales participan iniciando patrones de movimientos, y evocando memorias asociadas al movimiento. El cerebelo se encarga del ajuste fino del movimiento, de acuerdo a la información propioceptiva de receptores sensitivos. La corteza parietal posterior le proporciona al sujeto la información sobre la posición de su cuerpo en el espacio tridimensional, y como cada extremidad se sitúa en este espacio respecto a su cuerpo. Durante todo este proceso los núcleos del tronco encefálico intervienen regulando la frecuencia cardiaca, respiración y alerta. El hipocampo participa en recordar cada detalle de la performance motora, la cual puede recordar más tarde.
Toda esta información sensitiva termina por alcanzar regiones multimodales a nivel de corteza, conocidas como áreas de asociación, donde se evocan memorias motoras y sensitivas asociadas al movimiento que se va a ejecutar, en este caso atrapar un balón.
Sumado a cambios metabólicos que se van adaptando a los cambios físicos que vamos viviendo conforme pasa el tiempo.
Muchas veces conocer el funcionamiento cerebral y su asociación con el deporte puede ser un tanto confuso y complejo, pero somos seres tan evolucionados que todo y cada área y estructura cerebral actúa de manera coordinada y especifica.
En conclusión el ejercicio físico actúa como un factor protector de nuestro cerebro, permitiéndonos mantener una adecuada salud física y cognitiva.