En medio de la mediocridad del fútbol chileno, poco importa realizar grandes transformaciones, que apunten a mejorar en muchos aspectos o simplemente trabajar y legislar para que se nivele hacia arriba.
Las experiencias negativas y sonados fracasos, a nivel internacional, parecen no importar mucho.
No hay que perder de vista, que no hemos logrado marcar presencia en los últimos torneos mundiales de fútbol, ello considerando que quedamos eliminados de llegar a las citas de las selecciones adultas, sub-17, sub-20 y femenino.
Tampoco preocupa mejorar las negativas estadísticas en torneos internacionales a nivel de clubes, como Copa Libertadores y Copa Sudamericanas. Algo de Audax Italiano y Palestino para ilusionarse en repechajes de Sudamericana, pero nada más.
Para qué hablar del pobre nivel, en materia de espectáculo, en el torneo oficial de la Primera División y los serios incidentes que se han registrado en partidos que no han logrado terminarse, pudiendo sumar acá las permanentes incertidumbres para encontrar estadios o ciudades que quieran recibir partidos de alto vuelo.
Los partidos del fútbol local, en Primera A, han estado lejos de un nivel que llame la atención de los seguidores, tanto de aquellos que pagan por seguirlo en televisión o de aquellos que haciendo muchos sacrificios llegan a sentarse al tablón.
Pero no hay señales que llamen al optimismo. La selección chilena, a cargo de Eduardo Berizzo, se sigue llenando de dudas y es más fácil seguir nivelando hacia abajo, que correr riesgos. Prueba de aquello es que para la fecha FIFA de junio, vamos a rendir exámenes ante Republica Dominicana, Cuba y Bolivia. Quizás para no correr riesgos contractuales.
Para colmo de males, en una decisión que pocos entienden se genera un receso de casi 50 días, en el torneo de la máxima categoría, dando una señal de confusión y desapego de los hinchas con la actividad.
Lo complejo es que los hechos expuestos, son solo una parte de los males que afectan al fútbol nacional, por tanto, se requiere de transformaciones urgentes y de fondo, que nacen desde la testera de la ANFP y recaen en un consejo de presidentes, que, a diferencia de épocas pasadas, ya está invadido por propietarios de sociedades anónimas y, lo que es más complicado, por un grupo de representantes de futbolistas, lo cual repercute, en conformación de planteles a nivel de clubes y de nóminas de seleccionados en distintas categorías.