Sabido es que existe un cambio sustancial en la dirección de los árbitros en nuestro país, ello ya que desde hace tiempo se viene buscando dar un golpe de timón y “ordenar la casa”, como se dice coloquialmente.
En ese sentido, se intentó trayendo a un experto del otro lado de la cordillera, Javier Castrilli, pero eso terminó peor de lo que imaginamos.
En esa búsqueda, este año, el referato nacional, es guiado por un ilustre de gran trayectoria y prestigio, el ex árbitro Fifa, Roberto Tobar. Y, a nada de que asumiera su cargo, ya se pueden vislumbrar ciertos matices de lo que podría ser el sello que busca implantar en los jueces chilenos.
Este año, por ejemplo, hemos visto un ascenso considerable del llamado “juegue juegue”, en el cual, si la falta no es evidente ni descalificadora, el árbitro simplemente opta por dar continuidad al juego y, con ello, darle una mayor calidad al espectáculo. Sin embargo, eso debe ir acompañado de un criterio establecido, pues el margen de dejar jugar debe estar limitado, a consecuencia, de sufrir un cierto libertinaje por parte de los jugadores.
Por otro lado, esta temporada nos hemos encontrado con un aumento “excesivo” de los minutos de descuento, emulando lo que se intentó implantar en el Mundial. En el país, hemos visto como los minutos de descuento han aumentado considerablemente y varios partidos se han empatado o, incluso revertido el marcador, en este margen de tiempo. Creemos que también dicho criterio debería ser establecido con cierto margen, para no caer en arbitrariedades.
Ese no es el único inconveniente con el que nos hemos encontrado, a raíz de la nueva dirección en el referato del balompié criollo, porque hemos visto algunas actuaciones paupérrimas de algunos jueces, en cuanto a carácter y decisiones arbitrales, tales como el árbitro Nicolás Gamboa, en el partido de la Universidad Católica-Audax Italiano, en el que fue sancionado por su actuación. O el que nos atañe más, que es el desempeño de la juez Dione Rissios, quien creemos evidentemente no tiene aún las competencias para dirigir un partido de la Primera B, ya que sus decisiones distaron mucho de un árbitro profesional.
Agradecemos el intento del señor Tobar de mejorar nuestro fútbol, a través de ciertas modificaciones establecidas uniformemente a los hombres de negro, pero creemos que dichos matices deben venir acompañados de la preparación y capacitación, para que esas medidas, sean aplicadas con criterio y evitar así, actuaciones como las que señalamos anteriormente.