Cada deporte, en particular, se compone de múltiples movimientos para lograr una performance motora específica con el objetivo de lograr el triunfo.
Para lograr esto, la neurociencia computacional indica que existen tres pasos básicos para conseguirlo, estos son: primero se debe lograr una sincronía entre el movimiento, los estímulos y respuestas sensoriales que este genera. Segundo, esta sincronía debe generar la capacidad de reconocer nuestro cuerpo y cada extremidad, en un espacio tridimensional. Esto quiere decir que, cerrando nuestros ojos, podemos identificar dónde se encuentra cada parte de nuestro cuerpo en el espacio. Lo tercero, es que cada etapa anterior, permite maximizar el rendimiento deportivo, mediante el equilibrio costo/recompensa. A esto se le llama control óptimo.
Para lograr este control óptimo, en múltiples estructuras y redes cerebrales, se activan de manera secuenciada y correlativa. Por ejemplo, en un punto de padel, un jugador se prepara para golpear la pelota. Para esto, en un principio, usa la corteza visual para identificar el objeto, juzgar su tamaño, calculando la dirección y velocidad. La corteza motora desarrolla un programa motor para lograr posicionar la paleta y dar el golpe.
Al ser una información aferente para la conducta planificada, el núcleo amígdalino (emoción y conducta social), se encarga de activar el sistema nervioso autónomo, activando mecanismos homeostáticos, como frecuencia cardiaca y respiratoria, para así lograr con éxito la performance motora.
La amígdala también activa el hipotálamo activando el eje HPA (hipotalámico-pituitario-adrenal), y el sistema de recompensa. Las áreas multimodales de asociación establecen conexiones con centros motores de orden superior, que generan el programa motor, como en este caso, que el sujeto le pegue de manera correcta a la pelota.
Este programa se transfiere después a la corteza motora primaria para su ejecución, la que envía señales a la médula espinal, con el objetivo de activar o inhibir grupos musculares en sincronía, regulando la postura y el cuerpo como un todo.
Los gánglios basales participan iniciando patrones de movimientos, y evocando memorias asociadas al movimiento. El cerebelo se encarga del ajuste fino del movimiento, de acuerdo a la información propioceptiva de receptores sensitivos.
La corteza parietal posterior, le proporciona al sujeto la información sobre la posición de su cuerpo en el espacio tridimensional, y como cada extremidad se sitúa en este respecto a su cuerpo. Durante todo este proceso, los núcleos del tronco encefálico intervienen regulando la frecuencia cardiaca, respiración y alerta. El hipocampo participa en recordar cada detalle de la performance motora, la cual puede repetir más tarde.
Toda esta información sensitiva, termina por alcanzar regiones multimodales a nivel de corteza, conocidas como áreas de asociación, donde se evocan memorias motoras y sensitivas, asociadas al movimiento que se va a ejecutar.
Por esto, el entrenamiento sistemático es fundamental para adquirir un control motor óptimo, con el objetivo de mejorar las técnicas propias de cada deporte.