En este día tan especial, donde nuestros padres conmemoran su día, quisiera hacer una pequeña reflexión. Conozco un caso muy cercano. Un niño humilde, que nació en el campo, con sueños de un gigante.
Su mentalidad era hacer realidad su anhelo de llegar al profesionalismo en el fútbol, para cambiar su historia y la de su familia. Preguntando me comentaron que este niño era veloz como un relámpago, muy esforzado y determinado. Daba la vida en cada partido en su lugar favorito: la cancha, para así ganar un puesto en el gran equipo del Maule, Rangers de Talca.
Su ambición era tan grande, que quería asumir el desafío de llegar al profesionalismo. Tuvo muchos obstáculos en el camino, pero su deseo ardía en su corazón como el más intenso fuego y era el motor para seguir su gran sueño.
Este gran hombre creció y se convirtió en el titular de este gran elenco, dio vueltas olímpicas y su sueño se hizo realidad. Su nombre fue Enrique “el gran huaso” Castillo, quien defendió los colores de Rangers entre los años 1975 y 1979.
Con esta breve historia, de este gran hombre, que es mi referente como deportista y mi padre, quiero homenajear a todos los que cumplen esta noble misión de ser padres, ya sean biológicos o simbólicos, pues cada uno, desde su vereda, aporta a contribuir a una sociedad mejor, ya sean padres deportistas o padres afisionados al deporte, que están con sus hijos en este proceso para transmitir valores, cultura deportiva y, por sobre todo, resiliencia.
Feliz día hermosos papás. Su compañerismo nos llevará a la cima, en cualquier aspecto de nuestras vidas.