El debate siempre ha estado instalado entre los seguidores del fútbol criollo y lo cierto es que es legítimo discutir en torno a que competencia, la Primera A o la Primera B, es capaz de cautivar a más seguidores y, al mismo tiempo, ofrecer espectáculos más atractivos y disputados.
Lo anterior no deja de ser meritorio, ya que son varias las desventajas que se presentan fuera de la cancha en comparación a la realidad de la Primera A.
La competencia de la Primera B es castigada con la no existencia del VAR y, no son pocos los errores garrafales que han provocado los arbitrajes, con una notoria incidencia en los resultados.
Los ingresos, por concepto de televisión, son muy inferiores a los que se perciben en la división de honor y tampoco sus cotejos se programan en días y horarios que faciliten la asistencia de los hinchas a los estadios.
Pese a ello, los clubes se las han ingeniado para contratar jugadores, que perfectamente serían titulares en equipos de Primera. Lo mismo corre para los entrenadores, que se han ido sumando a la categoría.
Esta temporada también está marcada por un record histórico. Magallanes, hasta antes de enfrentar a Rangers, este lunes en el Fiscal, luce 40 de 42 puntos disputados, con un inédito 95 por ciento de rendimiento.
De paso, superó el mejor arranque de temporada en la B, que estaba en poder de O’ Higgins, desde 1964.
Los de la “Academia” deberían estar, sí o sí, en el 2023 en la Primera A, marcando un retorno que también es llamativo, puesto que hace 36 años que no están en la categoría máxima del fútbol chileno.
El camino ya lo tienen bastante pavimentado. En el torneo 2021, que ofreció 30 partidos, el campeón, Coquimbo Unido, sumó 55 unidades, con un 61 por ciento de rendimiento. Ahora son 32 partidos, y Magallanes ya contabiliza 40 puntos, quedándole por delante la disputa de 18 cotejos con 54 puntos en juego, de los cuales se estima que con 18 más, marcará su regreso en grande a la A.